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El macro inversor Jordi Visser ha publicado un ensayo en Substack argumentando que Bitcoin es "la inversión en IA más pura", una afirmación que, según dice, le ha seguido "en casi todos mis videos, publicaciones de Substack y conversaciones con Anthony Pompliano". El artículo, publicado ayer con el título No encuentras Bitcoin, Bitcoin te encuentra: Por qué es la inversión en IA más pura, presenta una narrativa personal y macroeconómica que Visser cree que vincula la disrupción de la inteligencia artificial con el auge del primer activo digital descentralizado del mundo.
Visser, quien ahora dirige AI Macro Nexus Research en 22V Research después de tres décadas operando derivados en Morgan Stanley, dirigiendo un fondo de cobertura macro global y finalmente sirviendo como presidente y CIO de Weiss Multi-Strategy Advisers, enmarca el ensayo como una respuesta preventiva a los críticos que "no lo ven o lo entienden".
"Esta afirmación no nació de una sola idea, sino de un viaje que se desarrolló en tres pasos distintos y cuatro fuerzas aceleradoras que me ayudaron a conectar los puntos entre la política monetaria, la innovación exponencial y un mundo que cambia más rápido de lo que nuestros sistemas corporativos, financieros y gubernamentales pueden manejar", escribe. Los tres pasos, explica, fueron "despertar personal, contexto macroeconómico y el reconocimiento de Bitcoin como infraestructura fundamental para la economía digital".
Por qué Bitcoin es la inversión definitiva en IA
Las cuatro fuerzas que Visser identifica como centrales en su tesis abarcan los ámbitos de la política monetaria, la tecnología y la soberanía. La primera, escribe, es "una intervención fiscal y monetaria sin precedentes que creo marcó el clímax final del súper ciclo de deuda pública mundial y, en última instancia, del dólar como moneda de reserva global". En su opinión, la explosión del gasto público en la era de la pandemia expuso los límites de los sistemas fiduciarios apoyados por la liquidez del banco central.
La segunda fuerza se centra en la deflación estructural: "presión deflacionaria de las tecnologías exponenciales". Visser considera que la IA y la automatización no son solo disruptores económicos, sino fuerzas que impulsan la baja de los precios en todos los ámbitos, presionando a los sistemas heredados construidos sobre la inflación perpetua y la deuda.
El tercer pilar de su argumento es la erosión institucional. "La obsolescencia institucional acelerada a través de la IA", advierte, vaciará las burocracias y las empresas establecidas que son demasiado lentas para adaptarse al cambio exponencial.
Finalmente, Visser cita "el surgimiento de Bitcoin como un activo digital soberano: independiente, descentralizado y no definido por ningún estado-nación". A diferencia de las monedas fiduciarias que dependen del poder estatal y la intervención monetaria, Bitcoin existe como una capa de infraestructura autónoma y verificable para la economía digital.
Visser fecha su "despertar personal" a principios de 2021, cuando la impresión de dinero de la era de la pandemia chocó con una epifanía doméstica: "Los precios de los activos subieron y los precios de las criptomonedas subían diariamente, y me sorprendió el hecho de que mi hijo de 13 años… pudiera explicar el espacio de una manera que yo no podía entender".
Esa curiosidad lo impulsó hacia la apuesta de Michael Saylor en Bitcoin para el tesoro corporativo y la descripción de Paul Tudor Jones del activo como "el caballo más rápido en la carrera", convenciéndolo de que "Bitcoin era una respuesta racional a un sistema irracional que buscaba uno nuevo".
El segundo hito intelectual llegó a través del libro de Jeff Booth El precio del mañana, del cual Visser extrae la frase: "La innovación siempre es deflacionaria para la economía, por lo que la base de la inflación siempre es negativa". El argumento de Booth, dice, reveló un "Trilema Económico" en el que una economía industrial cargada de deuda solo puede sobrevivir aprovechando los balances gubernamentales, incluso cuando una economía digital con poco capital se acelera. El resultado, advierte, es un sistema fiduciario frágil apuntalado por "tasas artificialmente bajas, flexibilización cuantitativa y estímulos fiscales" que no se puede mantener indefinidamente.
El tercer giro de Visser llegó con el ensayo de Marc Andreessen de 2014 Por qué Bitcoin importa. La presentación de Andreessen del documento técnico de Bitcoin como un protocolo monetario, "a la par con la creación de Internet en sí", convenció a Visser de dejar de ver Bitcoin como un desafío a la moneda soberana y comenzar a verlo como "la capa base para un nuevo sistema económico descentralizado". Las stablecoins, admite, pueden conectar las monedas fiduciarias y las criptomonedas, pero siguen estando "atadas a las mismas instituciones que intentan superar".
La fuerza final, autodescrita, es la IA en sí: "Durante años, hemos dicho que el software se está comiendo el mundo. Pero ahora, la IA se está comiendo el software y pronto se comerá todo a su paso".
Argumenta que los agentes inteligentes erosionarán las primas de escasez que sustentan la mayoría de los activos heredados, dejando a Bitcoin, algorítmicamente finito e independiente de cualquier emisor, como "soberanía a escala digital". En uno de los pronósticos más pesimistas del ensayo, escribe: "La IA destruirá todo eventualmente, no de forma maliciosa, sino sistemáticamente. Y el sistema económico que hemos construido sobre la escasez, la deuda y la centralización no está equipado para sobrevivir".
Visser concluye canalizando el mantra de Saylor: "No encuentras Bitcoin, Bitcoin te encuentra", para explicar por qué la adopción está surgiendo primero en la periferia: inversores minoristas en mercados emergentes, pequeñas empresas superadas por los monopolios de IA de las grandes tecnológicas y estados pioneros como El Salvador.
"Esta base ascendente está preparando el escenario para una futura rotación de capital descendente a medida que el miedo a perderse y la codicia finalmente obliguen a cada vez más de los escépticos a participar", concluye. "Es por eso que Bitcoin es, en muchos sentidos, la inversión en IA más pura: una opción de exclusión de un sistema que está siendo remodelado por una inteligencia que nadie controla completamente".
Al cierre de esta edición, BTC se negociaba a $104.816.